Mantener horarios regulares al acostarse y al levantarse. Un ejercicio suave como andar, nadar pausadamente, montar en bicicleta durante el día (preferiblemente al mediodía o media tarde), promueve la relajación antes del sueño.
Un baño caliente u otra rutina que atenúe la tensión antes de dormir, predisponen a ese estado. Evitar el café, el té, chocolates, los refrescos y otros estimulantes del sistema nervioso central después de las cuatro de la tarde.
Tratar de no consumir bebidas alcohólicas al menos 6 horas antes de acostarse. Después de cenar, esperar un mínimo de 2 horas.
El ambiente también influye en el sueño, por eso se recomienda evitar ruidos y la luz excesiva. La cama debe ser ancha y confortable y la almohada cómoda. La temperatura también es importante, por lo que tenemos que dormir entre los 16ºC y 22ºC.
Establecer rutinas diarias para todas las actividades, el trabajo, las comidas, el ejercicio, el ocio, la relajación y el sueño y sobre todo ajustarse lo mas posible a ellas.
Intentar “interrumpir el estrés” del día a día con pequeñas pausas de unos minutos y respirar profundamente, meditar o realizar algún ejercicio de relajación.
Si finalmente no se puede dormir, no quedarse en la cama irritándose, tras 15 minutos, ir a otra habitación y leer o mirar las televisión hasta sentir el sueño.